Destructor de energía social

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Los mejores gobiernos del mundo son aquellos que saben convocar a los diversos sectores de la sociedad, para colaborar en las distintas tareas que se requieren, en la construcción de un mejor lugar. 

Los mejores gobiernos del mundo son aquellos que saben convocar a los diversos sectores de la sociedad, para colaborar en las distintas tareas que se requieren, en la construcción de un mejor lugar. Las ciudades más seguras del mundo son aquellas en las que los barrios y los vecinos colaboran activamente en la vigilancia, la denuncia y el rechazo social de actividades ilícitas, y están pendientes siempre de que los espacios públicos sean seguros para todos. Las ciudades con mejor economía del mundo son aquellas en las que el sector público y privado acuerdan un piso parejo, reglas claras, responsabilidades específicas para cada quién y la mejor forma de utilizar el patrimonio y los recursos públicos, para beneficio de todos. 

Las ciudades con los mejores sistemas de salud de todo el mundo son aquellas en las que el sector público y privado comparten, de manera coordinada, regulada y bien estructurada, las responsabilidades de prevención, acceso a la salud, atención, suministro de medicinas y equipo, así como el desarrollo de nuevas tecnologías, para que todos ganen y gocen de la mejor salud. Las ciudades más educadas del mundo son aquellas en las que el sector público, la academia privada, los alumnos, los padres de familia y los maestros desarrollan en conjunto la infraestructura, los programas, los métodos de enseñanza, los sistemas de capacitación, las herramientas y las evaluaciones, para que todos participen en la mejora continua de la educación. 

Las ciudades con mejor energía del mundo y las más sustentables son aquellas en las que el sector público y el sector privado acuerdan las mejores formas de regulación, control, generación, distribución y utilización, para que todos ganen, se cuiden los recursos del país, se protejan las grandes inversiones y el consumidor final tenga la energía más barata y limpia posible. Las ciudades menos corruptas del mundo son aquellas en las que el sector público, el sector privado y los ciudadanos han acordado las reglas del juego para todos, y cada uno se encarga de vigilar que se cumplan, de pedir cuentas y de exigir que haya responsables y consecuencias para todo aquel que viole el acuerdo. 

Es decir, las ciudades más seguras, con mejor economía, mas saludables, más educadas, con mejor energía y menos corruptas del mundo son aquellas en las que el gobierno y la sociedad conviven como socios de un mismo proyecto, que pretenden mejorar permanentemente, para el beneficio de todos. No es una idea romántica, no se trata de una utopía, yo he tenido la fortuna de visitar y de trabajar en distintas ciudades del mundo, en las que todo funciona. Ninguna de ellas es perfecta. En grandes comunidades de seres humanos siempre hay retos enormes que superar, pero funcionan. En ninguna de estas ciudades hay especímenes diferentes al homo sapiens en el gobierno. En todas hay políticos y servidores públicos imperfectos, que son criticados por su sociedad. En ninguna de estas ciudades hay algún secreto o característica especial de la que carezcamos los mexicanos. Lo único que tienen diferente a nosotros es que ellos ya entendieron que en una democracia nos necesitamos todos. 

Pero ¿quién empieza? ¿quién convoca? En todas estas ciudades hay, eso sí, un elemento común: un líder que une, que genera sinergia, que convoca a todos a trabajar. En todas estas comunidades hubo un líder político que utilizó su carisma y legitimidad, para convocar a todos a trabajar diferente. En todos esos lugares se dejó a un lado todo aquello en lo que no había acuerdos, y se concentraron en todo aquello que era común y necesario para todos.

Hoy sufrimos en México a un líder que hace todo para romper la sinergia y la energía social. Todas las mañanas busca un pretexto nuevo para dividirnos, para enfrentarnos, para crear etiquetas, para generar enojo y desconfianza entre los mexicanos. Solo aquellos que le aplauden pueden soñar con tener alguna colaboración con el gobierno, y lo hacen a sabiendas de que las reglas son disparejas, caprichosas, unilaterales y cambiantes. La energía se diluye, y la poca que queda en el gobierno es absolutamente insuficiente para atender los más grandes retos que tenemos como sociedad. La seguridad, la salud, la economía, la educación, la política energética y el combate a la corrupción están en su peor momento histórico. El gobierno quiso acaparar todo, y no pudo. No solo son un fracaso en términos de resultados actuales, sino que no parece haber intención alguna de corregir, y menos de convocar a la sociedad a generar un nuevo acuerdo. La desconfianza está en su nivel más alto porque el gobierno ejerce el poder sin límites claros, viola la ley sistemáticamente y cambia las reglas a capricho.

Urge que los mexicanos encontramos un nuevo núcleo convocante. Requerimos de un grupo de líderes que nos convoquen a construir y reconstruir, sin renunciar a la diversidad y a las diferencias, sino construyendo puentes en torno a las necesidades más básicas que tenemos todos. Hemos dilapidado ya demasiada energía en el pleito, empecemos a utilizarla en el proceso de reconstrucción.

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