La deuda del seguro social

Opinión
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Como se trata de salvar vidas, cabe todo, hasta lo que deja el tufo de corrupción y conflicto de interés.

Poco tiempo le llevó al Canciller Marcelo Ebrard evidenciar a la administración del Seguro Social, sin intermediarios adquirió 211 respiradores artificiales para terapia intensiva a menos de la mitad del precio de los que le vendió el hijo de Manuel Bartlett a la institución.

Como se trata de salvar vidas, cabe todo, hasta lo que deja el tufo de corrupción y conflicto de interés.

Hace poco menos de un año, ante su jefe el presidente, el director del IMSS, Zoé Robledo, decía: Que cada peso, que cada centavo (…) todos esos dineros sean cuidados con un ánimo y un espíritu de saber que son sagrados.

Al parecer la pandemia desacralizó el espíritu austero.

Uno hubiera pensado que tras la renuncia contundente y reveladora de Germán Martínez, el Seguro Social entraría en una dinámica de cambio y mejoramiento, lamentablemente no ha sido así, la institución más importante de la seguridad social de los mexicanos arrastra más vicios, deficiencias y señalamientos de corrupción.

Pero particularmente exhibe que sus directivos nomás no se prepararon para una contingencia de la que había noticias desde finales del año pasado y se sabía que tarde o temprano llegaría a México.

Desde hace por lo menos mes y medio día con día se registran protestas por la falta material de protección y trabajo, saturación de espacios, riesgos de muerte, maltrato de los derechohabientes, falta de información, adquisiciones al vapor y adaptación de espacios. Todo esto se debió programar con tiempo y, obviamente con menor costo en vidas y dinero. Una síntesis podría ser la información de la periodista  Peniley Ramírez en Univisión y El Universal, relacionado con el hospital de traumatología de Lomas Verdes,

https://www.eluniversal.com.mx/opinion/peniley-ramirez/los-medicos-contagiados-de-lomas-verdes.

Los movimientos sindicales del Seguro han sido tradicionalmente combativos, por decir lo menos, sí ha pasado por momentos penosos, pero en general las bases son integradas por personas que saben movilizarse. Ahora tendrán un nuevo reto por lo que todo el personal está enfrentando y sufriendo, por quienes están perdiendo la vida. Después del coronavirus no podrán ir por la vida como si no hubiera pasado nada. Ahora saben que muchos directivos lucraron y medraron con los recursos, no les importó lo que les pasara a causa de una de las pandemias más letales de la historia. Trabajadores, empleados y muchos directivos del IMSS deben estar cansados, terminada la emergencia merecerán el descanso; desde ya necesitan regresar y abrazar a los suyos, pero después llevarán a cuestas un compromiso más: no olvidar el coronavirus y sus consecuencias.

Independientemente del saldo que el Covid-19 deje en México, el Seguro Social tendrá que continuar con su cometido, porque los enfermos de cáncer, diabetes, VIH, tabaquismo, alcoholismo, obesidad, hipertensión y otras enfermedades ahí estarán esperando atención espacio y el cumplimiento del principal compromiso de la institución, amén de la parte correspondiente a pensiones y jubilaciones que juega aparte.

Que el sistema de salud mexicano está roto lo sabemos desde hace mucho tiempo, el gobierno en turno así lo recibió, pero no se puede ignorar que ya diseñó dos presupuestos y que el año pasado le quitaron más de 1,400 millones de pesos para destinarlos a otros proyectos mucho menos prioritarios.

Eso de que el INSABI era una especie de primera piedra para encaminarnos a un sistema de salud tipo nórdico, como casi todo de la autollamada 4T, es demagogia pura.

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