El país de la “Y”

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Nos quedamos sin imaginación política. La polarización entre el ecosistema presidencial (el presi) y el ecosistema opositor (la opo) nos obliga a ver al mundo en blanco y negro. Nos estamos perdiendo de mucho. El mundo después de la pandemia está avanzando hacia lugares inimaginados mientras nosotros seguimos perdiendo el tiempo desplazándonos horizontalmente entre la izquierda y la derecha.


Para romper con esto primero tenemos que reconocer que la polarización política en nuestro país es el resultado de la polarización social. Y no al revés. El comportamiento electoral de las y los mexicanos después de 2018 (cuando por última vez -y primera en mucho tiempo, todos los sectores de la sociedad estuvieron representados en el voto por una misma opción) está nítidamente alineado a las condiciones socioeconómicas. Las encuestas de salida del último proceso electoral, así como las encuestas de intención de voto que se han publicado desde entonces, demuestran que los votantes del ecosistema oficialista provienen mayoritariamente del 60% más pobre y los votantes de la opo (sumada) provienen mayoritariamente del 40% más rico. Esta proporción de 60/40 coincide también con el 60/40 de la aprobación presidencial, y con el 60/40 de la representación en la Cámara de Diputados.

Cada quien elige cómo quiere interpretar estos datos desde sus propios intereses y realidades. La narrativa que han elegido tanto en la 4t como en la opo parten del supuesto que sus respectivos 60 y 40 viven y piensan igual que ellos: en blanco o el negro. al mismo tiempo, proponen como protagonista de sus respectivanarrativas al presi. Visto así, resulta imposible mirar la enorme gama de colores que podemos encontrar entre el blanco y el negro. La gente, el pueblo, los ciudadanos o como le queramos llamar a la suma del 60 y el 40 a la fecha no entendemos bien a bien por qué restar rinde más que sumar. La clase media, que habita en ambos lados de la ecuación, tampoco tiene cabida en este acomodo.

¿Por qué tenemos que elegir entre un Estado que impulse la generación de la riqueza o un Estado que impulse su redistribución? Si escuchamos con atención, descubriremos que los ricos poco a poco entienden y reconocen que para que el país siga siendo viable necesitamos atender la desigualdad y la exclusión social; al mismo tiempo que los pobres, lejos de odiar a las empresas, entienden que sin desarrollo económico, de la mano de la inversión privada, no hay manera de superar las condiciones de pobreza que les azotan. Y así nos podemos ir tema por tema: Seguridad o derechos humanos. Eficiencia gubernamental o transparencia en el uso de los recursos. Desarrollo territorial o protección del medio ambiente. Incentivos a la inversión o derechos laborales. Etcétera. El cambio que quiere la gente no es hacia los lados, es hacia adelante. En términos marxistas (teóricos no ideológicos) para dar el siguiente paso en nuestra historia, para lograr una síntesis, para cambiar hacia adelante lo único que necesitamos, es cambiar una preposición.

Dejar atrás la política de la “O” y comenzar a pensar con la “Y”. Desarrollo económico y redistribución de la riqueza. Seguridad y derechos humanos. Eficiencia gubernamental y transparencia.

Desarrollo territorial y protección al medio ambiente. Incentivos a la inversión y derechos laborales. El primer paso lo tiene que dar la opo. El presi y su ecosistema seguirán ganando elecciones en el país de la “o” porque sus males menores son los mismos del 60 y no del 40. Si la opo se mueve al centro y comienza a pensar con la “y”, pronto cruzará su frontera para seducir al segmento menos radicalizado del 60. Mejorando su posición electoral, y su capacidad de mover a morena hacia nuevos puntos de encuentro.

Vía: Diario Reforma, México.

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