¿Qué esperar de un discurso de posesión?

Sociedad
Tipografía
  • Muy Pequeño Pequeño Mediano Grande Muy Grande
  • Default Helvetica Segoe Georgia Times

Carlos Coronel, es economista especializado en investigación de opinión pública y máster en urbanismo y derecho a la ciudad. Investigador y consultor del Centro de Investigaciones y Estudios Especializados- CIEES y Secretario General de la Asociación Latinoamericana de Consultores Políticos – ALACOP. Asesora campañas electorales y gobiernos locales.

Alrededor de 6 mil nuevas autoridades locales fueron electas el pasado 5 de febrero de 2023; el mapa electoral del Ecuador quedó signado por la representación mayoritarita –formal- de izquierda, centro izquierda y movimientos locales; complementados por líderes de centro derecha y una amplia respuesta negativa hacia candidaturas del oficialismo. La representación electoral local, no anticipa necesariamente una fuerza política con miras a 2025; aunque es un signo muy importante.

Así, en los próximos días asistiremos a discursos de posesión de las distintas autoridades; y si bien la historia política ecuatoriana nos regala discursos complejos y memorables como las “Siete Armonías” de la posesión de Jamil Mahuad, donde se iniciaba citando Eclesiastés:

"Todo tiene su tiempo y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora".

Y más adelante se preguntaba sobre la condición de líder:

“¿En qué consiste la sanación, sino en la recuperación de los
equilibrios?

Desde la antigüedad, los pueblos han pedido de sus líderes que
sean una mezcla de sanador y de guía. El líder restablece
armonías y muestra caminos, arma consensos y enseña salidas.”

Y otros discursos, donde la sensibilidad gana al orador, quien sucumbe hasta las lágrimas; o incluso, aquellos donde la producción general del evento, en suma o incluso superando a la persona en el atril, sobrecarga de emociones al público.

Con estas ilustraciones, destacamos 3 aspectos que contribuyen a apuntalar un discurso político y en particular uno de posesión, basados en el cumplimiento de la ecuación empatía +  cercanía + certeza:

  1. SEPARAR LOS MOMENTOS

Las campañas electorales requieren de contraste. Ese contraste, genera distancia entre una propuesta electoral y otra; e incluso entre los segmentos del electorado. Un discurso de posesión debe contribuir a establecer un momento distinto en la opinión pública y la conversación política; debe ser el parte aguas entre elección y mandato; entre voto y gobierno.

En este sentido, la trillada frase de “ponerse la camiseta de la ciudad” puede simplificar al extremo esta necesidad; sin embargo, la gestión del disenso es más compleja en la administración y el discurso de posesión debe ser directo en convocar a unos determinados valores políticos y de gestión que marquen un rumbo y por tanto; en la práctica, movilicen la gestión política en función de cada localidad. En función de temas y no de personas.

El discurso inaugural debe emitir un mensaje claro y una oferta específica para acercar a los diversos: esa oferta es la misma gestión de gobierno, sus planes, programas y proyectos.

  1. GENERAR CERTEZAS

El encargo del mandato popular se origina en el voto (que debe agradecerse de forma explícita); ese que ha sido conquistado con emocionalidad, conexión y una propuesta. La posesión, es el punto de inicio de la gestión del poder público para poner marcha esa propuesta; esta marcha no es retórica, sino que tiene pasos, tiempos, resultados e hitos.

El efecto de un discurso de posesión implica entregarle a la ciudadanía, concreción sobre la ejecución de la propuesta que conquistó su voto; esto conecta –generalmente- con la famosa fórmula de los 100 días, que si bien tiene origen consuetudinario más que técnico, se ha convertido en una regla fáctica de los ejercicios de gobierno. 

  1. FORTALECER LA VOCERÍA

El discurso de posesión debe contribuir a erigir una vocería confiable y competente. La  administración pública eficaz, demanda de liderazgos descentralizados bajo un liderazgo público que aglutine y gestione, con alta escucha, técnica e importantes capacidades de gestión.

Un buen discurso no se califica por la cantidad de figuras retóricas, el tiempo de extensión o la brillantez y elocuencia de la persona oradora; puede tener todos esos elementos en cantidades, y no funcionar en sus objetivos.

Un discurso eficaz debe marcar la pauta, intensidad y profundidad del debate de todos los actores en la gestión.

En este sentido, la autoridad debe resolver cuestiones simples y determinantes:

  1. i) leer o no leer el discurso; usar o no un atril; establecer las palabras y tiempos adecuados a la audiencia, el lugar e incluso la temperatura ambiente –para que la noticia del desmayo de algún vecino no le gane a una frase memorable del orador-;
  2. ii) establecer la estructura de su oratoria (presentación, nudo, desenlace, llamado a la acción) en papel y en palabra. La frase inicial tiene necesariamente un tono y una potencia diferente a la final;

        iii) resolver previamente cuál es la frase memorable, el llamado a la acción y el titular de la nota periodística del discurso y dar esos énfasis en la alocución.

En resumen, cada ciudadano debe llevarse con el discurso de posesión un mensaje que responda a inquietudes básicas: ¿Quién es la autoridad? ¿Cómo va a ser su gestión? ¿Qué valores propone? ¿Qué pasará en el corto y mediano plazo?

 

Pin It