¿Cuántas horas insumió en los medios –sobre todo televisivos- la interpretación de los gestos y los movimientos de labios de CFK en la previa del inicio de sesiones ordinarias del Congreso?
Seguramente varias. Por qué? Por dos razones: 1) cualquier indicio de conflicto entre ella y él van a ser seguidos con lupa estos 4 años, y 2) porque todo lo mediatizable en la política contemporánea gana más espacio que el fondo de la cuestión.
Pero ¿es importante? Claro que es importante! La relación entre el presidente ungido y la vicepresidenta “ungidora” puede llevar a una crisis institucional y política de proporciones gigantescas, teniendo en cuenta a) la fuerte crisis económica, y b) el estilo de Cristina. Y si a eso le agregamos la conflictividad recurrente de presidentes y vices (Menem – Duhalde, De la Rúa – Alvarez, Kirchner – Scioli, CFK – Cobos), todo parece llevar a una tormenta perfecta. Para los poseedores de bonos una ecuación de presidente débil + liderazgo radicalizado + desafíos complejos + falta de tiempo + ausencia de plan económico hace que solo se deba empezar a huir para escapar a la explosión.
Ahora: ¿son los poseedores de bonos buenos analistas políticos? Habitualmente no. Por eso son inversores de riesgo, y por ahora no logran desplazarnos del mercado laboral a mí y muchos colegas (una pequeña broma). Por qué? Porque solo estando dentro del mundo de la política muchos años se aprende a hacer una lectura más precisa de lo que está ocurriendo, y poder predecir algunas probabilidades a distintos escenarios.
Dicho esto ¿estamos a la puerta de una crisis política e institucional, que agrave la cuestión económica más de la cuenta? No. Por qué? Porque para producir una crisis hace un falta varios mal intencionados y varios incautos, en situaciones potencialmente explosivas y el azar en contra. Por eso se cayó De la Rúa. La ecuación fue perfecta: una crisis muy difícil (la convertibilidad no daba para más) + varios mal intencionados (sectores de poder políticos y económicos) + un gran ingenuo político (De la Rúa) + el azar en contra (el secretario del tesoro de EE.UU. bajó el pulgar). Y como recuerda sabiamente el amigo y colega Luis Tonelli: todo se terminó por unos escasos 1.200 millones de dólares. Una ganga visto desde hoy.
Acá tenemos mal intencionados de ambos lados de la grieta (externos e internos) + una crisis muy difícil. Faltan dos términos de la ecuación: cómo jugará el azar y si hay un ingenuo político. Hasta acá el mercado y la política suponen que si el azar se llama FMI, esta vez dará una mano (lo cual no resuelve los problemas ni por lejos), pero seguro no precipitará una crisis. El organismo está demasiado comprometido con el origen del desastre.
La pregunta del millón es entonces si acá hay un ingenuo político. Da la impresión que no por varias razones:
Alberto es un hombre del poder, que ya ha experimentado crisis grandes (aunque en 2003 la situación empezaba a encaminarse).
Más allá de dónde militó en sus orígenes, básicamente se crio políticamente en el peronismo, con todo lo que eso significa como escuela de poder, con sus pros y sus contras.
El hombre de poder cultiva socios políticos segundo a segundo. La pregunta que siempre le hago a mis clientes es: ¿a quién le conviene que a Ud. le vaya bien? Pues allá vamos a buscar aliados. Nunca se quede solo, ya que ese es el prólogo del desastre.
Conflictos va a haber a rolete en los próximos 4 años. Es natural por el tamaño de la crisis y la génesis de la fórmula presidencial. Ese no es el punto. La cuestión es la astucia para manejarla de “el gran equilibrista”.
Bush padre hizo campaña en 1992 con el lema “lean mis labios” referido a que no iba a aumentar los impuestos. Le fue mal, ganó Clinton. Parece que el ejercicio de leer labios no siempre trae réditos.