Los movimientos adaptadores pueden transmitir emociones negativas y distraer a la audiencia si son incongruentes con el mensaje.
Los gestos adaptadores son los que peor funcionan en la comunicación no verbal política. Suelen transmitir una imagen de inseguridad incongruente con la templanza deseable en un líder. Su impacto en el inconsciente del público es considerable, porque el sistema límbico de nuestro cerebro está programado genéticamente para procesar de forma automática este tipo de comportamientos no verbales. Y esto es así desde hace millones de años, mucho antes incluso de que surgiera el pensamiento racional y nos convirtiéramos en los humanos que hoy casi somos.
Los psicólogos norteamericanos Ekman y Friesen establecieron cinco categorías de gestos -como ya vimos en una entrada anterior-, y describieron los adaptadores como aquellos comportamientos que realizamos para afrontar una nueva situación, satisfacer necesidades corporales, o manejar y gestionar nuestras emociones. Este último aspecto, la gestión emocional, es sin duda el más relevante en la proyección del liderazgo.
Otros autores denominan los adaptadores como manipuladores, aunque en realidad estos gestos no se hacen solo con las manos. Vale cualquier parte de la anatomía.
Morderse las uñas es quizás uno de los adaptadores más populares y fácilmente reconocible, pero la variedad es casi infinita: rascarse, tocarse, frotar, manosear, estrujar o manipular de cualquier manera cualquier parte del cuerpo u objeto, son gestos adaptadores que suelen expresar nerviosismo, ansiedad e inseguridad.
En España encontramos un ejemplo muy gráfico en la figura de Albert Rivera, el líder de Ciudadanos. En su caso son gestos claramente apaciguadores, con los que su organismo intenta gestionar la sobreactivación emocional.
Los gestos adaptadores sirven muchas veces para intentar tranquilizarnos y dar salida al estrés. Son como la toma a tierra de un circuito eléctrico. Se realizan por lo general de forma inconsciente, sin la intención de transmitir información a los demás, de ahí precisamente su valor en el análisis de la comunicación: mientras el mensaje verbal de un político afirma un enunciado específico, su cuerpo puede estar diciendo al mismo tiempo justo lo contrario.
A pesar de algunas creencias populares, los adaptadores no son un indicador fiable en la detección del engaño, pero nos aportan una sustanciosa información sobre el estado emocional de quien los protagoniza.
Resulta imposible por ahora establecer un valor absoluto para definir la influencia de los gestos adaptadores en la imagen de un líder, pero el sentido común nos dice que difícilmente un político podrá transmitir seguridad y confianza con sus razonamientos, si los acompaña de este tipo de movimientos vinculados a la ansiedad o alguna otra emoción negativa.
Cuidado con la relajación
Paradójicamente, los gestos adaptadoresno surgen sólo cuando estamos muy tensos, sino también cuando estamos excesivamente relajados; sobre todo en un ambiente de intimidad o cuando creemos que nadie nos observa. En este caso los gestos suelen estar vinculados a algunas necesidades fisiológicas, como el cansancio en el caso de Angela Merkel en la foto superior. Igual que los nervios, un exceso de relajación puede jugarnos una mala pasada y transmitir una imagen no deseada.
Ojo con lo que tocas
Los gestos adaptadores en los que intervienen los órganos sensoriales suelen ser muy reveladores. Igual que hacen los niños pequeños de forma espontánea, taparse la boca, la nariz, los ojos o los oídos, puede expresar inconscientemente la incomodidad o rechazo hacia algún estímulo procesado por ese canal sensorial. Aunque se realice de forma muy sutil, como hace Emmanuel Macron en la imagen.
Los labios cerrados también hablan
Unos labios cerrados también pueden hablar, como nos tiene acostumbrados el presidente norteamericano. Esta forma de apretar y afinar los labios, tan característica en él, no es solo una expresión facial, sino al mismo tiempo un gesto adaptadorvinculado a la represión emocional, y al intento de esconder alguna emoción básicade valencia negativa, como la ira. Curiosamente, Donald Trump tiene tan interiorizado este gesto que incluso le sale de forma sistemática cuando quiere componer una sonrisa social.
Adaptadores positivos
Bien gestionados, algunos adaptadorespueden resultar positivos en la imagen de un líder, especialmente aquellos gestos vinculados a la reflexión y la escucha activa. De hecho, los buenos comunicadores suelen manejarlos con naturalidad junto al contacto visual para expresar atención e interés. Transformar un gesto adaptador en uno regulador, como suele hacer el presidente argentino, Mauricio Macri, indica cierto grado de excelencia en la gestión de la comunicación no verbal.
En conclusión los gestos adaptadores pueden convertirse en uno de los peores enemigos de la comunicación para un líder, o también en un eficaz aliado. Mantenerlos bajo control es el primer paso para transmitir confianza y seguridad. Y este es un principio universal aplicable no solo a la comunicación política. Así que ya sabes, revisa tu gestualidad y aprende a gestionarla con eficacia.